
Cosmovisión
Mi manera de interpretar mi propia vida se fundamenta en los principios que he aprendido desde mi infancia, los cuales han moldeado mi visión del mundo y mi propósito en la vida. Considero que todas las personas han sido creadas a imagen y semejanza de Dios, lo que significa que cada individuo posee un valor intrínseco que trasciende cualquier circunstancia social, económica o cultural. Esta verdad fundamental implica que toda persona debe ser tratada con respeto, amor y justicia, pues reflejamos la esencia de nuestro Creador.
En consecuencia, como seres humanos, tenemos la responsabilidad de promover el bienestar colectivo, fomentando relaciones basadas en el servicio y la empatía. La sociedad no debe ser vista únicamente como un espacio de competencia o supervivencia, sino como una oportunidad para edificar y fortalecer a quienes nos rodean. El amor al prójimo, enseñado por Cristo, se convierte en la base de una convivencia armoniosa y justa, donde cada acción debe estar guiada por el propósito de hacer el bien.
De la misma manera, veo el trabajo y la vida profesional no solo como una fuente de sustento, sino como una oportunidad para glorificar a Dios. No puedo pasar por alto todas las experiencias que he llegado a vivir durante mis años universitarios y que me han hecho ver de esta forma el trabajo, por ejemplo, en una ocasión en la que se me pidió ir a una iglesia a cantar, sin embargo antes del evento los miembros de la iglesia estaban acondicionando el lugar para recibir a las visitas, por lo que decidí ayudar en las labores, acción que fue muy agradecida por los hermanos y que sin duda me hizo reflexionar que reflejamos nuestras convicciones con cada decisión que tomamos.
Además, mi visión va más allá de lo material y profesional; deseo sembrar en los corazones de las personas la esperanza de un mundo mejor y del pronto regreso de Jesús. Entiendo que mi labor no solo debe enfocarse en el crecimiento personal o profesional, sino también en dejar un impacto positivo en la vida de otros, transmitiendo un mensaje de fe, amor y redención.
En este camino, me esfuerzo por vivir de acuerdo con los valores que considero fundamentales, buscando ser un reflejo del amor de Dios y un agente de cambio en mi entorno.
Mi Filosofía de la Educación Musical
Creo firmemente que la música es un regalo divino, un medio poderoso que transforma vidas y contribuye al desarrollo integral del ser humano. Como educador musical, mi principal objetivo es guiar a mis estudiantes en un aprendizaje significativo que no solo desarrolle habilidades técnicas y artísticas, sino que también fortalezca su crecimiento personal, emocional y espiritual.
Desde una perspectiva humanista, considero que cada estudiante es único y tiene un potencial ilimitado que debe ser cultivado en un ambiente de respeto, motivación y creatividad. La enseñanza de la música no se limita a la transmisión de conocimientos, sino que busca fomentar valores esenciales como la disciplina, la paciencia, la perseverancia y la cooperación, elementos fundamentales para su formación como individuos íntegros.
De igual manera, un enfoque constructivista me lleva a priorizar metodologías activas, en las que el estudiante es el protagonista de su aprendizaje. A través de la exploración, la experimentación y la interacción con la música, los alumnos construyen su propio conocimiento, desarrollando habilidades cognitivas y motrices que benefician su desarrollo neuronal. Creo en el aprendizaje basado en la experiencia, en la improvisación y en la aplicación práctica del conocimiento musical para hacer del proceso educativo algo dinámico y significativo.
Estos enfoques permiten que los estudiantes descubran y desarrollen su musicalidad a través de la exploración, la creatividad y la interpretación personal. Un aspecto fundamental de mi enseñanza es que los alumnos seleccionen la música que desean interpretar, lo que les brinda un sentido de autonomía y conexión con su aprendizaje.
Este proceso fomenta el pensamiento crítico, ya que los estudiantes analizan, comprenden y experimentan con la música desde una perspectiva personal. No solo aprenden a tocar un instrumento o a leer partituras, sino que desarrollan una apreciación más profunda de la música y su impacto emocional, social y cultural.
Mi misión como docente es inspirar a mis estudiantes a expresarse a través de la música y a comprender su impacto en la sociedad. La educación musical no solo forma músicos, sino personas sensibles, creativas y comprometidas con su entorno.
Clubes y ministerios

Drama Mudo

Clubes

Coro de la iglesia